Una persona envidiosa vive deseando logros, reconocimientos, y bienes materiales de los demás. El individuo que es blanco de la envidia, por lo general es exitoso, trabajador, y con una gran capacidad de liderazgo, gracias a su autoestima y su profunda creencia en su valor propio.
Cuando somos víctima de la envidia de otros, el problema es grave, porque no sabemos hasta que punto esa negatividad puede afectarnos.
Aquí ponemos a disposición varias técnicas que puedes utilizar si percibes que una fuerza hóstil interfiere tus asuntos, para protegerte y eliminar naturalmente esa energía.
Contra la envidia
Coloca una fotografía tuya (preferentemente de cuerpo entero) sobre una superficie plana y limpia.
Luego rodéala con un círculo de sal gruesa.
Dejala durante una semana y diariamente agrega una pizca de sal al círculo. Mientras lo haces debes concentrarte en la idea de alejar de ti la envidia.
Al cabo de ese tiempo, tira la sal a un desague y guarda la fotografía en la mesa de luz.
Para alejar a un enemigo en 7 Días
En una noche de Cuarto Menguante, llena de alcohol fino un vaso de vidrio y diluye en él una cucharada de sal fina.
Luego escribe el nombre de tu enemigo en un papel y colocalo dentro del frasco.
Dejalo allí durante siete días y luego arroja el líquido a un desague y tira el papel a la basura.
Para eliminar la mala suerte
Si la suerte se empeña en no estar a tu lado, este talismán te será de gran ayuda.
En una noche de Luna Llena coloca siete cucharaditas de sal marina en una línea recta horizontal, sobre una superficie plana.
Comenzando por la izquierda agregale a la primera, la tercera, la quinta y la séptima una pizca de sándalo en polvo; a la segunda, la cuarta y la sexta un grano de incienso.
Dejalas toda la noche, y a la mañana siguiente colocalas en una pegqueña bolsita de polietileno y ésta, a su vez, en una bolsita de género lila.
Para alejar malos espíritus y energías negativas
En el transcurso de la tercera noche de Cuarto Menguante, limpia una mesa y coloca en su centro un espejo redondo.
Luego rodéalo con un círculo de sal fina. Agrega sobre él tres pizcas de sal.
Alrededor del círculo coloca tres velas blancas, de manera tal que éstas formen la figura de un triángulo.
Arroja sobre cada una de las velas una pizca de sal y encendelas.
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Tengo ronca el alma de quererte
en esta soledad llena que me ahoga;
tengo los ojos llenos de luz de imaginarte
y tengo los ojos ciegos de no verte;
tengo mi cuerpo abandonado al abandono
y tengo mi cuerpo tiritando de no poder tocarte;
tengo la voz tosca de hablar con tanta gente
y tengo la voz preciosa de cantarte;
tengo las manos agrietadas de la escarcha
y tengo las manos suaves de en el cielo acariciarte;
tengo soledad, luz, alegría, tristeza,
rebeldías, amor, sonrisas y lágrimas...
Y también te tengo a ti, preciosa,
caminando por las venas con mi sangre.